Vermut Domingo rojo, un vermut con sabor a antaño

Un vaso y una botella de vermut Domingo rojo
Fotografía cortesía de Domingo
Es como los de antes, es un homenaje a ellos y a los domingos, el día del aperitivo por excelencia. El vermut Domingo rojo, artesanal, macerado reposadamente en frío y muy fácil de beber, refrenda la jornada sin prisas.
Por Toni Castillo
03 de octubre de 2016

Cuando hablamos de vermuts, evocamos con frecuencia esos momentos de gentes de antaño en un bar, preferiblemente los domingos, haciendo tiempo antes de sentarse a la mesa a comer. Cómo no hacerlo, aunque sea una caída libre en el costumbrismo más profundo y castizo.

Esas barras de madera o acero inoxidable. Esos mostradores de cristal con el género de la taberna a la vista. Esa tapa acompañando el vermut. Ese camarero con varios botones de la camisa desabrochados dejando parte de su pecho al descubierto. Y esas servilletas tan auténticas, que tras el uso terminaban irremediablemente a los pies de la barra. Que sí, que limpiar apenas limpiaban, pero no hay dinero que pague la solera de ese ribete colorado hecho de tramas y ese «gracias por su visita». Eso es así.

Domingo, el vermut que ahora estamos disfrutando, quiere recuperar precisamente esa atmósfera tan genuina, aunque vayamos a desgastar el adjetivo de tanto usarlo. Quiere, con su buen hacer a la hora de elaborarse, devolver a la vida esos domingos, esas servilletas y ese ambiente. Ser un homenaje al día del aperitivo por excelencia, a esa jornada sinónima de vida. Un intento de convertir en inmortales los domingos.

El vermut sin prisas

Tres botellas de vermut rojo DomingoFotografía cortesía de Domingo

Nuestro amigo, Domingo, es un vermú rojo clásico, hecho artesanalmente y fruto de la combinación de diferentes vinos de calidad contrastada con extractos de raíces, especias, hojas y flores de plantas aromáticas. Suena bien, ¿verdad? Pues lo que continúa es todavía mejor.

Todos esos ingredientes, en la bodega que lo hace posible, viven un cuidadoso proceso de maceración reposada en frío. Viven su domingo, vaya. Ese día sin prisas, con calma, en el que uno puede respirar mientras llega el lunes. De este modo relajado, pausado, se consigue el perfecto equilibrio deseado en la presencia y aroma de sus botánicos.

Siendo coherente con esa abolenga cultura de bar que predica la etiqueta, es fácil de beber y ligero. Con su aroma a ajenjo, naranja, jengibre, saúco, genciana o esas notas amargas, el contrapunto perfecto a un dulce que no empalaga y que entra como una bendición de los cielos. El redondeo perfecto de este novísimo vermut, que sabe como los de antes, es coger un vaso ligero, meterle un par de hielos, añadirle unas virutas gruesas de piel de naranja, enfriarlo y, tras echar el agua que se haya podido formar, verter el vermouth sin rebasar la mitad del recipiente.

El domingo, con el vaso medio lleno de Domingo, es más domingo.