Llamamos caviar a las huevas del pez esturión; llamamos aceite al líquido graso obtenido mediante el prensado de aceitunas, semillas u otros frutos y llamamos Caviaroli a la peculiar fusión de los dos anteriores conceptos en un producto mágico y muy especial: el caviar de aceite.
Fotografía cortesía de CaviaroliY todo nace de la mano de Ferran Adrià y una necesidad: encapsular el aceite. Esta aspiración pasó de Pere Castells, director técnico de la institución para la innovación gastronómica auspiciada por Adrià, la Fundación Alicia, a la familia Ramon, dedicada al emprendimiento en diferentes ámbitos. Dos años y medio después de horas y horas dedicadas a la investigación, al margen de sus trabajos, las bases de la tecnología necesaria para la encapsulación de alimentos habían sido sentadas y nacía el caviar de aceite.
El primer cliente fue, cómo no, elBulli, y tras el periodo de exclusividad que tuvo para este producto el restaurante de Adrià, las huevas del oro líquido español por excelencia empezaron a viajar a los platos de otros grandes restaurantes como Àbac, El Celler de Can Roca, Miramar, Via Veneto o El Poblet.
Y de los platos de los grandes chefs, estas gotas de aceite envueltas en una delgadísima e inapreciable película, de textura similar a la del caviar, han saltado a nuestros platos. Caviaroli, la nueva forma de consumir aceite, ha llegado a las estanterías de las mejores tiendas gourmet para complementar toda clase de recetas con sus variedades: aceite oliva virgen extra —picual y arbequina—, aceite de sésamo, aceite de avellana, aceite de albahaca, aceite de oliva y guindilla o aceite de oliva y romero.
Auténticas explosiones de sabor, con la textura incomparable del caviar, que son ideales para entrantes, platos principales o postres, perlas doradas perfectas para cualquier receta que incluya aceite en crudo.
Oro líquido hecho joya gastronómica.